El ejercicio representa una de las intervenciones más potentes y con mayor evidencia científica para abordar los cambios fisiológicos que ocurren durante la menopausia. Sin embargo, no todos los tipos de ejercicio ofrecen los mismos beneficios.
Durante esta etapa, tu cuerpo experimenta una cascada de cambios hormonales que afectan múltiples sistemas. El ejercicio adecuado puede actuar como un modulador de estos cambios, ayudándote no solo a mantener tu funcionalidad actual, sino incluso a mejorarla.
Las mujeres que mantienen un programa de ejercicio regular durante la menopausia muestran hasta un 40% menos de pérdida de masa ósea comparado con aquellas que permanecen sedentarias.
Los programas que combinan entrenamiento de fuerza con ejercicio cardiovascular moderado muestran los mejores resultados para el manejo integral de los síntomas menopáusicos, superando a cualquier modalidad de ejercicio por separado.
Objetivo: Preservar y aumentar la masa muscular, fortalecer los huesos y mejorar la funcionalidad diaria.
Frecuencia recomendada: 2-3 sesiones por semana
Enfoque: Ejercicios multiarticulares que trabajen grandes grupos musculares, progresando gradualmente en intensidad.
Objetivo: Prevenir caídas y mantener la confianza en el movimiento.
Frecuencia recomendada: 2-3 veces por semana, integrado con los entrenamientos de fuerza y movilidad.
Enfoque: Ejercicios progresivos que desafíen tu sistema propioceptivo.
Objetivo: Mantener y mejorar el rango de movimiento articular, reducir tensiones y mejorar la postura.
Frecuencia recomendada: Diariamente, 5-15 minutos
Enfoque: Movimientos dinámicos como rotaciones articulares controladas o ejercicios isométricos adaptados a tus necesidades específicas.
Objetivo: Mejorar la salud cardiovascular, controlar el peso y reducir el riesgo metabólico.
Frecuencia recomendada: 150 minutos de intensidad moderada por semana
Enfoque: Actividades que disfrutes y puedas mantener a largo plazo.
Si no has hecho ejercicio regularmente, comienza con sesiones de 20-30 minutos, 2-3 veces por semana. La clave está en la consistencia, no en la intensidad inicial.
Detén el ejercicio si experimentas dolor en el pecho, mareos intensos, dificultad respiratoria severa o dolor articular agudo. Consulta siempre con tu médico antes de iniciar un programa de ejercicio.